diumenge, 30 d’octubre del 2016

Ruta de las iglesias románicas de Cerdeña

Ruta de las iglesias románicas de Cerdeña


Una de las rutas más auténticas de Cerdeña es la de las iglesias románicas y bizantinas del norte de la isla. Situadas entre Sassari, Castelsardo y Olbia, este tesoro arquitectónico en perfecto estado de conservación merece el riesgo de perdernos mil y una veces hasta encontrar el camino en el laberinto de carreteras y caminos sin indicaciones claras o acertadas.
Las llamadas cuatro magníficas de Logudoro (la región donde se ubican) forman parte de las mejores iglesias románicas de Cerdeña y de Italia: Santísima Trinidad de Saccargia, Sant’Antioco di Bisarcio, San Michele di Salvenero y Santa Maria del Regno – Ardara.
Santísima Trinidad de Saccargia
Santísima Trinidad de Saccargia
Santísima Trinidad de Saccargia
Santa Trinidad de Saccargia es una de las imágenes de postal de Cerdeña. Su silueta bicolor, al estilo pisano, con alternancia de piedra calcárea y basáltica adorna una única nave con un transepto de tres ábsides. De su origen y construcción a principios del siglo XII se cuentan varias leyendas, una de ellas habla de que en el lugar una vaca bajaba todos los días a pacer y dar leche a los monjes. Sea cierto o no, uno de los capiteles de la fachada de la Santa Trinita de Saccargia que esculpieron los maestros de Lucca tiene una vaca arrodillada.
Sant’Antioco di Bisarcio
Sant'Antioco di Bisarcio
Sant’Antioco di Bisarcio
La iglesia de Sant’ Antioco di Bisarcio es de las “cuatro magníficas” la que está más al este de Cerdeña. Al situarse en alto, y con una perspectiva amplia de la zona, su figura se realza más.
Sant’ Antioco se construyó en tres fases, XI, XII y XIII, y reconstruida en el XVI tras un derrumbe del pórtico. Fue sede se la diócesis de Bisarcio del 1065 al 1503.  Además de un atrio de entrada con cubierta de crucería, Sant’ Antioco tiene las esculturas y decoraciones más ostentosas de las cuatro iglesias.
San Michele di Salvenero
San Michele Salvenero
San Michele Salvenero
San Michele di Salvanero se halla muy cerca de Saccargia, y si no estamos atentos nos pasaremos la desviación que nos lleva a la iglesia . Aunque el pueblo de Salvanero quedó abandonado en el XVIII, su edificio religioso, representante del sardo románico aún se conserva en buen estado. Bien es cierto que en el XVIII se añadieron a ambos lados dos edificios adosados que le restan al belleza original, y que una reforma del XIX pulió algunas partes de San Michele.
Pese a ello sus influencias del estilo lombardo, toscano y pisano en una segunda fase son claramente identificables.
Santa Maria del Regno – Ardara
Santa Maria del Regno Ardara
Santa Maria del Regno Ardara
Si seguimos la misma carretera, la SS597 llegamos a la salida hacia Ardara. El glorioso pasado de la población ha quedado enterrado, y la basílica de Santa María del Regno, otrora iglesia del castillo ya no está protegida por sus muros.
En la manufactura de las tres naves y el único ábside ( estructura de iglesia del primer románico) se aplicaron soluciones lombardas y pisanas, utilizando una roca basáltica muy oscura. Santa María del Reino acogió varios sínodos del arzobispo Baldolino de Pisa en el siglo XII.
Otras iglesias románicas
Fuera de la ruta de las cuatro iglésias  de Logudoro, el Monasterio San Prieto di Sorres, cerca de Torralba, está considerado el mejor ejemplo de la arquitectura románica de Cerdeña. Construida posiblemente en dos fases, a finales del XI, y mediados del XII, luce su estilo románico pisano bicolor con detalles de ornamentación de la fachada góticos y árabes.
Loa monjes del convento anexo trabajan actualmente en un taller de restauración de libros
San Pietro de Sorres
San Pietro de Sorres

dilluns, 24 d’octubre del 2016

Por la sierra del Indalo

Aire libre

Por la sierra del Indalo

Arte rupestre, bosques de pinos, pueblos, jamones y un gran castillo en la comarca almeriense de Los Vélez


EL PAIS         

    Panorámica de Vélez Blanco, en la provincia de Almería. / José Fuste Raga (agefotostock)
    Los Vélez tiene un pueblo con castillo. Y un castillo sin claustro. La fortaleza se levanta soberbia y fotogénica sobre un peñón en el pueblecito de Vélez Blanco y fue la morada de los marqueses de los Vélez, señores feudales que regentaron vidas y haciendas de esta comarca almeriense durante siglos. Lo del claustro es más reciente: se lo llevaron a Nueva York y ahora luce igual de soberbio, pero en el Museo Metropolitano. Pero no adelantemos acontecimientos. Empecemos por el principio.
    Y lo primero que se encuentra el viajero cuando llega a esta comarca del norte almeriense por la autovía A-92 es Vélez Rubio, la capital de la comarca, que lo fue también durante el auge que el marquesado vivió en los siglos XVIII y XIX. Resultado de aquellos años de bonanza económica para las clases favorecidas son las muchas casas señoriales y edificios públicos civiles con grandes balcones y ventanas con elementos de forja, una característica de las construcciones velezanas, que engalanan el casco antiguo. Todo paseo por el Vélez Rubio más monumental tiene como hilo conductor la Corredera del Carmen, la calle peatonal y comercial más concurrida y la que engarza el casco antiguo: desde el Antiguo Hospital Real, que hoy acoge la oficina de turismo y el Museo Comarcal Velezano Miguel Guirao, hasta la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, el gran templo barroco que domina toda la silueta del pueblo.
    javier belloso
    La carretera deja ahora el llano y empieza a remontar las primeras laderas de la sierra de María en dirección a Vélez Blanco. La comarca de Los Vélez ha mantenido un carácter y una fisonomía propios, auspiciados ambos por su aislamiento geográfico y por la mayor facilidad de comunicación con el altiplano granadino o las vegas murcianas que con la Almería costera. Aquí no hay playas ni desiertos, sino montañas de 2.000 metros con bosques de pino de repoblación, donde suele nevar en invierno y donde se curan buenos jamones gracias al frío serrano.
    En la carretera, a apenas dos kilómetros de Vélez Rubio, un cartel avisa de la presencia de la cueva de los Letreros, uno de los santuarios del arte rupestre levantino. El abrigo de roca fue inventariado en 1868, aunque los vecinos lo conocían desde antiguo y le llamaban de los letreros por las raras inscripciones que tenía. Estas resultaron ser pinturas esquemáticas hechas por el ser humano en el Neolítico, entre 4.000 y 5.000 años antes de nuestra era, con una perfección y calidad que sorprendieron a los estudiosos. El abrigo tiene 25 metros de ancho por 10 de alto y 6 de profundidad, y pudo ser usado como un recinto sagrado. Recogen escenas de arqueros, guerreros, animales e ídolos, algunas muy esquemáticas y otras con tendencia al naturalismo, y siempre en color rojo. Una de ellas es el célebre Indalo, representación antropomórfica que se ha convertido en el símbolo turístico de la provincia de Almería.
    Seguimos en ascenso y a lo lejos aparece ya la silueta del mayor atractivo monumental de Vélez Blanco: el castillo de los Vélez, uno de los más escenográficos de Andalucía. Fue la residencia oficial de Pedro Fajardo y Chacón, capitán general del reino de Murcia, y sus descendientes, que recibió de los Reyes Católicos en pago a sus aportaciones a la Reconquista este marquesado montañoso en el límite septentrional de Almería al que los pobladores hispanomusulmanes llamaban Velad.
    Pinturas rupestres en la cueva de los Letreros. / José Lucas

    Azulejos del siglo XVI

    En 1507, el marqués inicia la construcción de un nuevo castillo-palacio en claro estilo renacentista. Llaman la atención sus siete torres, de la misma altura que la muralla, excepto la enorme torre del homenaje, que sobresale por encima del conjunto. El castillo de los Vélez es un laberinto de salas, escaleras y pasadizos, con una ornamentación muy superior a la que se espera de un recinto castrense. En la zona de palacio, donde todas las estancias conservan su chimenea, llama la atención el grandioso balcón renacentista, con panorámicas sobre el pueblo y la vega del marquesado. Muchos de los suelos de azulejos son originales del siglo XVI.
    Sin embargo, le falta algo: su hermoso claustro de mármol blanco de Macael. En 1904 se lo vendieron a un acaudalado norteamericano y, de esta forma, el Patio de Honor del castillo de los Vélez, una de las joyas del renacimiento andaluz, acabó desmontado pieza a pieza y trasladado al jardín del nuevo dueño, en Estados Unidos. En 1964 este lo donó al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, donde se volvió a reconstruir y se exhibe en la actualidad.
    La ruta termina en María, puerta de entrada al parque natural de la Sierra de María-Los Vélez, espacio protegido muy representativo de estas sierras áridas del norte de Almería. En María son famosos sus jamones y embutidos, cuya curación se ve favorecida por la situación del pueblo, a 1.200 metros de altitud, y un clima frío y seco. En invierno, con la llegada de las nieves a la sierra de María, el municipio es muy frecuentado por montañeros, senderistas y amantes de la naturaleza.

    Guía

    Visitas
    » Castillo de Vélez Blanco. De miércoles a domingo, de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 18.00. 2 euros.
    » Cueva de los Letreros. Situada a dos kilómetros de Vélez Blanco. Visitas los miércoles, sábados y festivos, previa cita en los teléfonos +34 669 75 14 79 y +34 655 45 17 44. Entrada adulto, 2 euros.
    Información
    » Turismo de Andalucía.
    » www.ayuntamientodevelezblanco.org.

    Archivado en: