Plaza del Ayuntamiento de Bremen, con una torre de la catedral al fondo. Ambos edificios son Patrimonio de la Humanidad.
Gonzalo Azumendi
Wilhem era mujeriego y sociable; Jacob, tímido y retraído. Formaron
la pareja de trabajo perfecta. Los dos eran curiosos e investigaron a contracorriente. Durante años recopilaron
historias procedentes de la tradición oral alemana. Las transcribieron y pulieron su edición con la única intención de que no se perdieran. Publicaron el
primer libro de cuentos hace 203 años.
Hoy son universales. Todo el mundo sabe quiénes son Caperucita Roja,
Blancanieves y Hänsel y Gretel. Los lingüistas Jacob (1785-1863) y
Wilhem Grimm (1786-1859) no se dedicaron solo a los cuentos; también al
idioma alemán, al estudio de la gramática y su evolución histórica
. Su obra capital es el Diccionario alemán, una herramienta de consulta con la que sentaron las bases de la germanística.
En Alemania hay una ruta conocida como la
Ruta alemana de los cuentos de hadas o Deutsche Märchenstrasse. Conecta en
un trayecto de 600 kilómetros entre Hanau y Bremen,
los lugares esenciales de la vida y obra de los hermanos Wilhelm y
Jacob Grimm. Vista en un mapa parece una cicatriz mágica que cruza el
país de norte a sur. El legado de los hermanos Grimm es tan contundente
como fascinante. Y no permaneció dentro de las fronteras alemanas. Su
tesoro literario se ha traducido a más de 160 idiomas.
Ha llegado a las camas de los niños de todo el mundo. A Hollywood. Al
imaginario con el que trabajan la publicidad, la moda, el arte... La
ruta atraviesa ocho parques naturales y más de cincuenta villas. Resulta
casi inabarcable. Hay que elegir.
Nuestro viaje empieza en Kassel.
La fuente de los hermanos Grimm
Kassel está considerada la
capital del universo creativo de los hermanos Grimm. Aquí vivieron en
el palacio de Bellevue, compilaron los cuentos y confeccionaron una obra inmortal. La biblioteca de la Universidad de Kassel conserva los
manuscritos originales,
que forman parte desde el año 2005 del programa Memoria del Mundo de la
Unesco. Kassel está fuertemente ligada a la documenta –la mejor muestra
internacional de arte contemporáneo del mundo– y apuesta por hacerlo
también con los hermanos Grimm: la ciudad acaba de inaugurar el
Grimmwelt (Mundo de los Grimm), el nuevo
museo consagrado a los autores
y que, con una superficie de 1.600 m2, exhibe documentos originales,
instalaciones y obras de arte inspiradas en ellos y que han participado
en ediciones anteriores de la documenta.
Los Grimm trabajaron en la
biblioteca del Fridericianum, hoy museo y sede de la documenta. En el
barrio de Niederzwehren, un bucólico remanso de casas entramadas de madera de los siglos XVIII y XIX, se conserva la casa donde vivió
Dorothea Viehmann.
Jacob y Wilhem iban al número 11 de Märchenweg a escuchar las docenas
de cuentos y leyendas que Dorothea recordaba de los tiempos en los que
sus padres despachaban una posada. Ella contaba y contaba durante horas;
ellos transcribían. Así trabajaban los hermanos Grimm. El origen
francés de Dorothea permitió que le llegaran cuentos como
Caperucita Roja, escrito por Charles Perrault. Los hermanos Grimm, sin embargo, dulcificaron el desenlace para que el lobo no se comiera vivas a Caperucita y a su abuela.
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Antes de dejar Kassel hay que pasar por
Wilhelmshöhe,
el mayor parque de montaña de Europa, declarado Patrimonio de la
Humanidad por la Unesco. Un gigantesco jardín paisajístico de 240
hectáreas coronado por el
castillo de Wilhelmshöhe. El palacio,
que quedó muy deteriorado después de la Segunda Guerra Mundial, se
reconstruyó en el año 1974 y exhibe una extraordinaria colección de
Rembrandt.
La gran desconocida
La ruta de los
hermanos Grimm pasa por una de las ciudades medievales mejor conservadas
de Alemania. A diferencia de lo que ocurrió en Kassel,
Hannoversch Münden (más conocida por su abreviatura, Hann. Münden), sin tejido industrial de interés, salió
ilesa de la Segunda Guerra Mundial y
conservó su fabuloso patrimonio de casas entramadas en el corazón
histórico. Se trata de una ciudad casi desconocida fuera de Alemania,
pero que merece la parada. Sobre todo por eso, por la sorpresa de
toparse con un
bastión medieval del que apenas se habla. En torno a la plaza del Ayuntamiento, donde se levanta un mercado los miércoles y los sábados, salen unas callejuelas con
edificios de origen medieval construidos con roble y encina.
Son las casas entramadas, tan veneradas por los alemanes que han
diseñado hasta seis rutas diferentes por el país que suman 3.161
kilómetros para dar con ellas (los trazados están aquí:
www.deutsche-fachwerkstrasse.de). Es una pasión teutona equivalente a la
jardinería para los ingleses o el manga para los japoneses. En ese
libro de ruta, Hann. Münden es una de las joyas de la corona de la
región central del país, en Weserbergland. La almendra medieval,
prácticamente
rodeada por el agua de los ríos Werra, Fulda y Weser,
está integrada por más de setecientas casas cuidadosamente
ornamentadas, de seis siglos diferentes, con doce torres históricas,
puentes y murallas medievales. El
palacio Welfenschloss y el soberbio Ayuntamiento de estilo renacimiento Weser constituyen la guinda a tanta riqueza patrimonial. El
carillón del Ayuntamiento,
que se pone en marcha todos los días a las 12.00, las 15.00 y las 17.00
horas, tiene como protagonista al doctor Johann Andreas Eisenbart, un
médico cirujano que rondó la ciudad a finales del siglo XVII y comienzos
del XVIII y cuya leyenda se mueve entre la charlatanería y la
genialidad. Los hermanos Grimm solían frecuentar la ciudad como
lugar de paso entre Kassel y Göttingen, y quedaban a comer con algunos de sus amigos, como los profesores Hugo Müller y Benecke.
El castillo de “La Bella Durmiente”
“
Esto no es un decorado de Walt Disney”, me cuenta el actual
propietario del Castillo de la Bella Durmiente
ante una estampa imponente del palacio a un par de kilómetros en la
línea del horizonte, en una campiña por la que trotan libremente
caballos y cervatillos. “
Esto no es impostado, no es un ‘fake’: es el
castillo original en el que se inspiraron los hermanos Grimm para
componer ‘La Bella Durmiente”. Quien habla es Günther Koseck, que tiene razones obvias para mostrarse orgulloso y seguro de lo que cuenta. La
fortaleza tiene 675 años
y hoy alberga un hotel, un restaurante, el Registro Civil y el teatro
Sababurg. Koseck es un buen lector de la obra de los hermanos Grimm.
“¿Sabes por qué los cuentos de los hermanos Grimm son universales? –me pregunta retóricamente, ahora ante una manada de búfalos y sin perder de vista, al fondo, la singular fortaleza
–.
Porque no se detienen en describir las facetas humanas. ‘La Bella
Durmiente’ es bella, pero no sabemos por qué. En Japón la podrán ver con
rasgos orientales; en África, negra y con los ojos almendrados...”.
Los búfalos se paran en ese momento y parecen escuchar. Junto a las
praderas que rodean el castillo, Koseck ha levantado una monumental
reserva de 125 hectáreas con ochenta especies autóctonas de gran tamaño procedentes de las regiones boscosas centroeuropeas. Muy cerca de aquí se
encuentra Urwald Sababurg, un bosque primigenio
de casi cien hectáreas que permanecen intactas desde el año 1887. En
1907 fue declarado una de las primeras reservas naturales de Alemania.
Sababurg fue una fortaleza que mandó construir el obispo de Mainz para
proteger la iglesia de Gottsburen, un villorrio cercano, y los
peregrinos que la visitaban atraídos por el supuesto hallazgo, en 1330,
de restos de Jesús. A finales del siglo XIV, al cesar las
peregrinaciones, perdió su importancia estratégica y se fue
deteriorando. Durante cien años cayó en un olvido casi total y fue
invadido por la vegetación, incluidas la zarzas que aún bordean su
muralla y explican parte de su vinculación con La Bella Durmiente.
El origen de “El flautista de Hamelín”
La
Bella Durmiente se encuentra a menos de dos horas del flautista de
Hamelín, a cien kilómetros, en uno de los tramos de carretera más
hermosos para conducir por Alemania. Hay que hacerlo despacio porque no
paran de saltar rebecos y zorros del bosque al asfalto. El
cuento de Hamelín
(un ajuste de cuentas entre el músico y las autoridades morosas de
Hamelín, que desemboca en el secuestro en masa de los niños de la ciudad
y donde el héroe bueno es a la vez un antihéroe malo) fue documentado
por los hermanos Grimm a partir de una
vieja historia de origen incierto que se remonta a finales del siglo XIII.
La maestría de los Grimm a la hora de tejer un argumento que rompe con
los roles estereotipados ha conseguido que la ciudad sea conocida
universalmente por un cuento infantil. Esta pequeña
ciudad de 60.000 habitantes de la Baja Sajonia recibe más de un millón de turistas al año.
En la trama urbana destacan dos iconos. Por un lado, la
Casa del Flautista
(Rattenfängerhaus), construida entre 1602 y 1603 para el concejal
Hermann Arends, con una fachada ornamental perteneciente al renacimiento
tardío del Weser. Por otro, la calle por la que vieron desaparecer a
los niños, la
Bungelosenstrasse, adyacente a la Casa del Flautista, donde una ley no escrita dicta que
en esa calle no se puede escuchar música (en los desfiles públicos las bandas de música dejan de tocar a su paso por este callejón). Todo el centro de la ciudad es un
museo al aire libre del estilo arquitectónico del renacimiento del Weser,
con unas casas burguesas de profusas decoraciones que se facturaron en
la época en la que Hamelín era un estratégico epicentro comercial. Una
en particular resulta muy interesante: la Casa Nupcial o Hochzeitshaus,
que se levantó entre los años 1610 y 1617.
Los músicos de la hermosa Bremen
La ruta tras las huellas de los hermanos Grimm concluye en
Bremen. En el famoso cuento
Los músicos de Bremen,
los protagonistas no llegan a pisar la ciudad, pero basta que la
identifiquen como su Ítaca particular para que hoy sean tratados como
hijos adoptivos. Bremen cuenta con más de
1.200 años de historia dibujados en el imponente conjunto barroco-renacentista de la Marktplatz.
Aquí está uno de los ayuntamientos más hermosos de Alemania, levantado
entre 1401 y 1410 y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
También la
Catedral de St. Petri, en estilo gótico temprano del siglo XIII. Y de aquí sale la sorprendente
calle Böttcherstrasse,
una obra de arte de 110 metros de longitud construida en los años 20
con tiendas, restaurantes, talleres y una original fachada-carillón con
treinta campanas de porcelana de Meissen. A cinco minutos a pie de la
Marktplatz se llega al siglo XV.
Al viejo Bremen de los pescadores.
Schnoor
es el barrio más antiguo de la ciudad, aunque sus callejuelas y
edificios están cuidadosamente restaurados, quizá demasiado. Hay tiendas
y galerías de arte como
Art15 Künstlerhaus que ocupan casas del
año 1402 y pequeños museos que explican la historia del barrio.
Finalmente, una recomendación que seguramente entusiasmaría a los
músicos de Bremen: en esta ciudad nació Sven Regener, escritor y líder
de una banda de culto en Alemania,
Element of Crime.
El museo de los cien días
La
capital sentimental de los hermanos Grimm, Kassel, es la sede de una de
las muestras internacionales de arte contemporáneo más importantes del
mundo. La
documenta (con d minúscula) es tan exitosa como
polémica. En la última edición de 2012 la visitaron 860.000 personas. La
de 2007, con tres mil periodistas acreditados de todo el mundo, tuvo
como protagonista invitado a un cocinero: Ferran Adrià no presentó una
instalación en Kassel sino en su restaurante El Bulli en Roses, donde
instaló una mesa en la que estaban invitados diariamente dos asistentes
de la documenta.
La muestra se celebra cada cinco años y dura cien días. La
primera edición arrancó el 15 de julio de 1955, una década después de
la II Guerra Mundial, que fue especialmente severa con Kassel. Ese año
estuvo consagrado al arte degenerado, la misma pintura y escultura de
los años 20 y 30 que había sido perseguida por el nazismo. El profesor
Arnold Bode se propuso recuperar el diálogo entre Alemania y el mundo, y
entrar en contacto con la escena internacional a través de una “
presentación del arte del siglo XX”.
La necesidad de compensar la falta de información sobre las tendencias
internacionales en el arte hizo que la documenta fuera un éxito. El
escenario principal ha sido el
Museum Fridericianum,
pero desde la novena edición en 1992 el museo de los cien días cuenta
con un edificio de exposiciones propio, el documenta Halle, con 1.400 m2
para exposiciones y eventos. Al mismo tiempo, algunas de las obras
exteriores más espectaculares pertenecen ya al paisaje urbano de la
ciudad, como el descomunal pico (Spitzhacke) de Claes Oldenburg a
orillas del río Fulda o el Man Walking to the Sky de Jonathan Borofsky.
La próxima documenta se celebrará entre el
10 de junio y el 17 de septiembre de 2017. Incluirá exhibiciones en Atenas, un guiño para acercar Alemania a la capital griega. Ya trabajan en ello.
Del “flautista de Hamelín” al padre de la morfina
La misma calle donde se encuentra la
Casa del Flautista (Rattenfängerhaus), la mítica Osterstrasse, desemboca en la llamada
Casa Nupcial
(Hochzeitshaus). Entre los años 1610 y 1617, la administración autónoma
de la ciudad construyó este imponente edificio como sala de fiestas
para la población.
Hoy es la residencia de la Policía. En el siglo XIX trabajó en sus estancias
Friedrich-Wilhelm Sertürner, el descubridor de la morfina. La Casa Nupcial es una
construcción renacentista muy armoniosa,
con un elevado frontón y tres robustas buhardillas en la cubierta del
alero sur del tejado. Las tres puertas enfiladas por las buhardillas
daban paso en el siglo XIX a una taberna, una balanza municipal y una
farmacia, el hogar de Sertürner desde 1820. El farmacéutico alemán se
interesó por el opio desde muy pronto. Logró aislar el elemento propio
de la acción narcótica y en 1831 recibió el premio
Monthyon de la Académie des Sciences
de París por haber comprobado la naturaleza alcalina de la morfina. La
bautizó así en honor a Morfeo, el dios griego de los sueños. Sertürner
la comercializó como un analgésico y para el tratamiento de la adicción
al alcohol y al opio. El descubrimiento tuvo consecuencias inmediatas en
los años posteriores. Su amplio uso en la
Guerra de Secesión en el continente americano dejó cerca de
400.000 víctimas adictas a la morfina, más conocida como “
enfermedad del soldado”,
ya que fue el analgésico de preferencia desde su venta como alcaloide
aislado del opio. En la actualidad, la Casa Nupcial, aparte de la sede
de la Policía, se encuentra en una vía peatonal donde, si hay una
adicción, es a la cafeína. En
Osterstrasse se encuentran
los cafés más elegantes de Hamelín.